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Un artículo publicado recientemente en forma de editorial en la revista
the Lancet pone de nuevo en evidencia a la extraña pareja
ciencia-empresa. En esa editorial, el director de la revista se pregunta
como llegan ciertas drogas a la práctica clínica y qué medidas hay para
proteger a los pacientes de los medicamentes mal investigados (ver citas
al final).<br><br>
<font size=3>Todo viene a raiz de la precipitada aprobación por la FDA
del medicamento rosuvastatina, un hipolipemiante de la misma familia que
la atorvastatina, el fármaco más vendido en el mundo en el 2002, con el
cual se intenta competir. En el artículo se describe la estrategia de
marketing del producto que mezcla la cita de una serie de ensayos
clínicos aún no terminados (y por tanto, sin resultados definitivos) con
afirmaciones no probadas (o no probadas aún con ese medicamento).
Finalmente se pregunta para qué necesitamos una nuesva estatina cuyo
seguridad a aún no está demostrada, si ya tenemos varias en el
mercado.<br><br>
Uno de los grandes éxitos de la investigación farmacéutica son sin duda
los inhibidores de la HMG-CoA reductasa. Son de los pocos medicamentos de
los que se puede decir que han mejorado el pronóstico sin lugar a dudas
de los síndromes coronarios, por ejemplo. La investigación y desarrollo
de ese y otros fármacos y su posterior puesta a prueba en ensayos
clínicos exigen medios que hoy día sólo las empresas farmacéuticas
disponen con facilidad ¿distorsiona esto la investigación científica? Yo
creo que sí, un ejemplo claro es la aspirina, un inhibidor plaquetario
que, por desgracia, es demasiado barato. Parece que los intentos por
"mejorarla" (¿o por desbancarla? ¿o por hacerse con su
mercado?) es uno de los principales motores de la investigación de de los
inhibidores plaquetarios de todo tipo.<br><br>
Pero, visto desde el punto de vista del científico, esto no es del todo
malo. La ciencia avanza por tanteo en su vocación de resolver problemas,y
lo hace por el método de la prueba y el error. Nunca se sabe donde puede
saltar la liebre y tanto da investigar en un campo prometedor como otro.
Y si encima es remunerado, pues mejor.<br><br>
Tampoco parece haber problemas desde el punto de vista de la libre
empresa. Estamos en una sociedad libre, democrática y de economía de
mercado. Cada uno es muy libre de invertir su dinero como mejor el parece
y ningún mecanismo regulador debe haber que lo impida.<br><br>
Pero ¿y desde el punto de vista ético? ¿cuántos fármacos necesarios se
están dejando de investigar mientras probamos una y otra, y otra estatina
(o uno y otro, y otro inhibidor plaquetario). Y no digamos ya cuando uno
de estos fármacos se introduce como con calzador... ¿quién pone coto a
esto?<br><br>
Saludos.<br><br>
Editorial de "the Lancet" (hace falta estar suscrito):
<a href="http://bmj.bmjjournals.com/cgi/external_ref?access_num=10.1016/S0140-6736(03)14669-7&link_type=DOI" eudora="autourl">http://bmj.bmjjournals.com/cgi/external_ref?access_num=10.1016/S0140-6736(03)14669-7&link_type=DOI</a><br><br>
Cita en el BMJ (de libre acceso):
<a href="http://bmj.bmjjournals.com/cgi/content/full/327/7422/1005-a" eudora="autourl">http://bmj.bmjjournals.com/cgi/content/full/327/7422/1005-a</a><br><br>
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<x-sigsep><p></x-sigsep>
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Ramón Díaz-Alersi<br>
UCI.- H.U. Puerto Real<br>
11150.-Puerto Real, Cádiz<br>
España. <br>
<a href="http://www.uninet.edu/" eudora="autourl">http://www.uninet.edu</a><br>
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